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Hace mucho tiempo que vengo pensando esto y bueno… cada vez creo que es más firme mi opinión de que «antes que cualquier cosa, debemos ser personas»

Hace ya muchos años, en mi etapa de alumno, en una de las conversaciones que se tienen con tu profesor en ese espacio entre el final de una clase y el inicio de la siguiente, en el momento en el que todos los alumnos/as pensamos en como hemos aprovechado la clase, en que debemos estudiar, cuanto debemos darle caña a aquel pasaje o «joder que mal me salió esto…» En ese momento, hablaba nuestra profesora de Música de Cámara sobre los ensayos que deberíamos tener, que sin duda el ensayo individual era fundamental, pero más aún el conjunto, «estudiar en conjunto chicos…»

Pues bien, en aquel momento, y tras la marcha de uno de nuestros compañeros por traslado, los cinco pensábamos en aquella persona que podría ocupar el puesto de quien lamentablemente nos dejaba, y os juro, que es el día de hoy, casi 15 años más tarde que recuerdo la frase que nuestra profesora (que en paz descanse) nos dijo, y que en estos días, ha alcanzado para mí el mayor de los sentidos, cuando barajábamos candidatos, ella nos dijo…

«chicos, por favor… mejor que sea buena persona»

El significado es increíblemente actual, ya que ante ciertos acontecimientos de los últimos días, solo quiero imaginar las palabras de Tsiala y bueno… creo que… Quizá Alexei tendría una palabra más apropiada para definir este caso…

Sorprende aún que en la edad adulta, podamos estar viendo como aquellos con carnet de conducir, con responsabilidades como profesores, como (quiera Dios que cambien para esto) padres, aquellos que pueden tener el liderazgo de grupos, pueden comportarse como ni un niño dolido lo haría, pataleando sobre el suelo sin otra disculpa más que… «como no me gusta ya no es bueno»… Sin dialogar, solo ofender y criticar de forma gratuita.

Sorprende como podemos ver que se creen superiores a los demás, cuando lo que demuestran es simple y llanamente, ser bastante «pobres», tan tan pobres que solo tienen corcheas en su interior.

Son este tipo de personas, las que se erigen como dueñas de la verdad,  a las que supuestamente hemos de rendirnos porque son más capaces y más inteligentes, bueno claro, y lo hacen mejor que tu…

Si de algo he de sentirme orgulloso, es que nadie me ha regalado nada en mi vida, todo ha sido luchado, nada ha sido fácil y por ello he aprendido de cada una de las situaciones que he vivido.
Creo que los músicos debemos ser ejemplo sin duda en una sociedad basada en la inmediatez y en el alago fácil, debemos asumir que los aplausos son nada más que eso, solo un aliento para seguir luchando, que quienes se hinchan con los aplausos se quedan en la parte fácil y que lo fácil conseguido, fácil es eliminado. Si además de ser músico, eres profesor, ya ni te cuento, debemos centrar nuestras energías en ofrecer un camino limpio a nuestros alumnos, un proceso de aprendizaje lleno de esfuerzo y lucha, lleno de cansancio y a veces casi insuperable, pero un camino lleno de orgullo por el trabajo bien realizado, lleno de «aplausos callados» (que son los que te ofrecen las personas que no aplauden cuando todos), un camino que recorres convencido ya que llevas como guía no a un GPS, sino más bien un HPS
Martín Martínez

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